domingo, 18 de abril de 2010

Capítulo 7: Modelos

Una semana después de su última salida, los cuatro amigos quedaron en la casa de Samuel por iniciativa suya. Invitó a sus amigos por dos razones. La primera era la precaria situación económica de Elías, que no se podía permitir comer fuera, y la segunda, la experiencia anorgásmica que había tenido. Intentó buscar el momento adecuado mientras estaban sentados alrededor de la mesa de su comedor repartiendo la lasaña que había preparado. Sus amigos le habían preguntado qué tal le había ido con la chica, felicitándole por haber ligado con una mujer tan joven. No fue capaz de explicar lo que sintió. La conversación derivó hacia otros derroteros y César acabó explicándoles lo que le estaba costando negociar con el representante de Beckam para que protagonizara un anuncio de un producto de uso masculino que, por su experiencia en publicidad, sabía que compraban las mujeres para sus novios o maridos. Tomás dejó el tenedor a un lado y se puso a pensar en cómo convencer a su amigo de que le permitiera asistir al rodaje del anuncio sin que se le viera el plumero.

-Ese tío gana más pasta en publicidad que como jugador de fútbol- dijo Elías.

-Espera- dijo Samuel- ¿Estás diciendo que contratáis a Beckam porque les gusta a ellas?

-Es que está muy bueno- se le escapó a Tomás.

Sus amigos le miraron y él se despidió mentalmente de su sueño de conocerle en persona. César jamás le permitiría estar en el rodaje después de una confesión como aquella. Conocía a su amigo, era muy profesional y pensaría que Tomás actuaría como una desquiciada quinceañera.

-¿Sabes? Me alegro de que seas marica- dijo César- Por fin nos vamos a enterar de qué ven las tías en él.

De cualquiera de sus amigos, aquellas palabras habrían sido como insultos. Pero viniendo de César, significaba que ya había terminado por aceptarle y que estaba empezando a ver su homosexualidad como algo positivo, aunque fuera por su propio interés. Miró a sus amigos y vio que los tres le observaban con intensidad, quietos como los mimos de la calle, esperando su respuesta.

-Es muy guapo- dijo Tomás sin saber qué responder para contentar a sus amigos.

-Eso ya lo sabemos- dijo Samuel.

-No sólo es su físico- dijo Tomás- También es lo que representa. Es un nuevo modelo de hombre, que cuida su aspecto y tiene sensibilidad.

-¿Y eso cómo coño lo sabes?- protestó César.- ¿Sólo porque un tío tiene los ojos azules y la piel blanca ya es sensible?

-Ese tipo de comentario no lo hubiera hecho Beckam- sentenció Tomás.

César se revolvió en el asiento y pinchó un trozo de su pasta. Se la tragó con furia mientras esperaba a que alguien dijera algo.

-Bueno- dijo finalmente Samuel- Estarás de acuerdo conmigo en que la figura del futbolista es un modelo que antes se asociaba a los homosexuales.

-Ya, por eso se han apresurado a definirlos como metrosexuales. Es decir, viste y compra como un gay y haz el amor como un hetero.

-¿Pero por qué tenemos que parecer maricones?- dijo César notablemente enfadado.
Todos se volvieron hacia él y le regañaron con la mirada. A veces no comprendían cómo podía ser tan bruto y acostarse con tantas mujeres.

-La mujer ya no quiere un hombre como tú a su lado, sólo lo quiere para follar- dijo Tomás.

-Por mí estupendo- dijo César sonriendo.

Pero no era cierto. En el fondo quería, algún día, encontrar una mujer con la que poder sentar la cabeza y formar una familia. Era tradicional hasta para eso.
-Entonces, ¿tenemos que depilarnos los huevos y todo eso?- preguntó Elías ante la atónita mirada de sus amigos.

-Eso es decisión personal- dijo Tomás.

-¿Tú te depilas?- quiso saber Elías.

Era evidente que Tomás se depilaba otras partes de su cuerpo, ya que siempre estaba completamente rasurado, pero aquella parte íntima de su anatomía era un secreto para sus amigos.

-Eso no te importa- dijo Tomás avergonzado.

-Oye, hicimos un trato- dijo Elías- No es una pregunta para cotillear sino por interés. Llevo tiempo pensando en hacerlo.

Tomás suspiró y asintió con la cabeza antes de abrir la boca.
-Sí. Me depilo.

-¿Y cuál es la diferencia?- dijo Elías.

-Pues la zona mejora en accesibilidad ¿me entiendes?- dijo el actor.

Todos asintieron aunque la pregunta era para Elías. La idea de aumentar el placer del roce en los testículos era suficiente incentivo para dejarse de remilgos.

-Claro que a todas nos les gusta- dijo Tomás.

-¿Todas? ¿Las mujeres dices?- preguntó Elías.

-No, las vacas. ¡Claro que las mujeres!- contestó Tomás.

-¿Qué quieres decir?- dijo Samuel

-Que a algunas les van los tíos que se cuidan pero que no parezcan... – Tomás se calló de pronto y miró a César.

-¿Gays?- dijo él.

Tomás asintió. Todos comieron en silencio durante un rato sin saber qué decir.
A este tipo de tío se le llama übersexual. Sería algo así como George Clooney- dijo finalmente Tomás.

-¡Joder! ¡Así no hay quién se aclare!- dijo César.

Samuel pensó en las clasificaciones de los hombres y de dónde provenían. Tenía claro que antes sólo había un tipo de hombre que había ido desapareciendo gracias a los movimientos feministas. Pero ahora, el sexo masculino estaba perdido. Había varios modelos que no contentaban ni a ellas ni a ellos. Samuel llegó a la conclusión de que todo se resumía a la antigua concepción de la masculinidad que tenían ambos sexos. El bibliotecario se prometió que investigaría aquel tema hasta que encontrara una respuesta satisfactoria.

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